No te voy a correr, último día de 2013. No voy a repetir la escena del aeropuerto o de la estación de trenes. Andate, si querés. Si hubo un año en que camine fue este. Lo anduve despacito, tan lento como pude. Y si no llego a publicar esto hoy, no pasa nada, no voy a correr ahora. Me gusta cuando eso que convenimos en llamar tiempo mete una pausa estratégica y puedo permanecer inmune al vértigo colgado de una sonrisa, prendido a los ojos curiosos que miran el mundo por primera vez, sujeto a las piruetas de un baile alegre con coreografías de jardín de infantes. Tuve mucho de eso durante este año.
Este es mi deseo para el 2014: les deseo a todos que pierdan el
tiempo alegremente, embobados mirando sonreír a las personas que aman.