domingo, 18 de enero de 2015

SOLTAR

Estaba tratando de dejar de fumar. De fumarme a los genios que se las saben todas, quiero decir. Pero acá es imposible, viejo. Todos doctores, todos maestros de la táctica y de la estrategia, de la dinámica de lo impensado y del era por abajo. No se puede más así. Igual, estaba tratando de dejar de fumar en serio. Lo único que me servía eran las D.R.F. de menta. Las verdes. El paquete es verde, las pastillas son blancas. Busqué en el bolsillo donde acostumbraba guardarlas, el mismo que antes usaba para los fasos y corroboré que ya no tenía más pastillas. Gran excusa para salir de la redacción. "Pedíle al Colo que te traiga", había dicho Mendoza. Negué con un gesto mientras salía. Al Colo lo mandas a espiar y toca el timbre. Además, Mendoza era uno de los cráneos que estaba intentando dejar de fumarme.

domingo, 11 de enero de 2015

TODO MUY RARO

Acá no se respeta el concepto de familiar. Por ejemplo, si un chocolate dice que es "familiar", se supone que debemos comerlo entre todos. Esta mañana descubrí que al chocolate familiar que teníamos en la heladera le faltaba dos barras completas. Alguien las había comido durante la noche. Sospecho que fue mi mujer. Aunque bien pudo haberlo hecho durante las primeras horas de la mañana. Los domingos ella da clases muy lejos de casa y se va temprano. Hoy ni registré cuando se fue. Revisé los restos de su desayuno: té y tostadas con manteca. Raro que hubiera mezclado eso con chocolate. Tuvo que haber sido durante la noche. La madrugada da siempre cierta impunidad para este tipo de fechorías. Hice justicia y decidí comer una barra yo mismo. Curioso en mí, porque contrariamente a lo que todos suponen yo no soy un tipo vengativo. Pero lo más extraño fue que no pude terminarla. Eso si que era raro. Yo puedo comer chocolate a cualquier hora, puedo tranquilamente desayunar sólo chocolate. Dejé el resto de la barra dentro del paquete original en la heladera. Entonces sonó el timbre de la calle.

viernes, 2 de enero de 2015

NO SE BIEN QUE DIA ES HOY

No sé bien qué día es hoy. No sé bien qué hago acá. Se supone que estoy trabajando. Como vos, no? A veces llamamos trabajo a las tareas que hacemos automáticamente. Pero hoy es como si estuviéramos en un limbo. Este día en realidad no existe. Por eso la cabeza no registra nada y la concentración cuesta más que de costumbre. Un poco es eso, también. Vivir y trabajar, digo. Acostumbrarse a vivir trabajando. La vida sin sobresaltos es esto, tiene que ser así. Porque si te pones a pensar un poco no trabajas una mierda, o no? Hay que automatizar todo para no darte cuenta de que estás trabajando. Pero entonces llega un día como hoy y se te descalabra todo. Te pones a lavar un par de vasos y se te cuela una canción de Los Fabulosos Cadillacs. Perdiste. A mí los Cadillacs siempre me hicieron llorar. Tienen como esa alegría un poco triste, de fin de fiesta. O de fin de algo, no sé. Viaje de egresados, por ejemplo. Fin de ciclo y toda la vida por delante. Todo ese tiempo de sobra y que ya no está. Ahora me pasa que no sé en qué gasto la guita. Cuando miro hacia atrás, por llamarlo así, busco y no sé qué hice con todo ese tiempo. Estoy acá ahora en este día que no sé qué día es, haciendo esto que se supone que es lo que debo hacer, pero estoy tan desorientado como antes. Y con menos tiempo. Si hoy yo no venía estas preguntas las dejaba para dentro de veinte años. Pero a mí siempre me toca perder. Si me doy vuelta voy a comprobar que todo esto se lo estaba contando exclusivamente al dispenser de agua. Hoy acá no hay nadie. Este día no existe. Pero no me voy a dar vuelta. A partir de este día que en realidad no existe voy a mirar sólo para adelante.